viernes, 20 de agosto de 2010

POSTMODERNIDAD

Una de las ventajas de ir cumpliendo primaveras es que uno -al menos yo- va adquiriendo el enorme privilegio de contemplar la propia vida desde un punto más elevado. Es como subir por una carretara de montaña: a medida que vamos ascendiendo vamos contemplando el paisaje que vamos dejando atrás desde una nueva perspectiva, nuevos ángulos, nuevas visiones... Pero no es algo que suceda de forma automática, requiere de cierta voluntad, compromiso y esfuerzo... además de una indudable dosis de sinceridad ante uno mismo.

Una de las cuestiones sobre la que más reflexiono es sobre los principios en los que se basa la propia vida y sobre la relación con los demás seres humanos con los que compartimos en el mundo.

La pregunta fundamental es la siguiente: Qué ha sido de los principios éticos que nos inculcaron en la infancia? Qué ha sido del ansia de aprendizaje y conocimiento? En qué punto como seres humanos decidimos renunciar a todo principio para volvernos gelatina antropomorfizada?

Se impone la reflexión de todos... no reflexionar es sinónimo de no existir.