viernes, 26 de agosto de 2011

APREHENDER Y DESPRENDERSE

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La vida es una paradoja didáctica. En la niñez y en la juventud aprendemos y aprehendemos: objetos, conocimientos, afectos, sensaciones, experiencias… pero la paradoja radica en el hecho de que, en algún punto de nuestras vidas, debemos empezar a practicar el ejercicio inverso: desaprender, olvidar, desprendernos… y, quizás sea el desprendimiento la actitud más costosa.

En ocasiones planteamos que lo dificil es el perdón y el olvido… no, eso no es tan dificil. Eso se logra con un poco de reflexión y otro poco de meditación… lo realmente dificil, el auténtico reto, radica en aprender a desprendernos de aquello y de aquellos por los que sentimos apego y afecto. Esto es así porque, forman parte de nuestras vidas, de nuestra biografía, de nuestra esencia. Desprendernos es renunciar conscientemente a una parte integral de nosotros mismos y, lógicamente, eso duele, frustra, amarga… pero tiene un efecto beneficioso indudable: nos hace fuertes, nos madura… el desprendimiento aligera nuestra marcha por el camino de la vida, y andar ligero es lo más cercano a volar por encima de nuestra pobredumbre y miserias… y por encima de las pobredumbres y miseria de la sociedad.

Todos hemos pasado por la experiencia de relacionarnos con personas tóxicas, personas posesivas, ambiciosas, rencorosas, vengativas, cínicas, manipuladoras… esas actitudes son contagiosas y esclavizantes. Se toma conciencia de ello cuando se rompen los lazos con ellas y… entonces descubrimos el valor de llenar nuestros pulmones y nuestra alma de aire puro, de llenar y de construir un presente y un futuro libre de toxicidad.

Por eso, amigo lector, cuando te asalte la nostalgia a traición, piensa que la posesión esclaviza y el desprendimiento te libera.