viernes, 30 de octubre de 2009

QUIEN SALVA UNA VIDA, SALVA AL MUNDO

Con estas palabras del Talmud consuela el contable y mano derecha a quien ha sido su jefe, amo, amigo y protector durante la ocupación nazi de Polonia. En tiempos convulsos, de crisis, donde el miedo se convierte en el impulso instintivo de todos los involucrados aparece alguien llamado a dar una lección de humanidad, solidaridad y sentido común. Oskar Schindler no era santo, ni religioso, tampoco aparece como "buena persona" sino un industrial en busca de fortuna fácil con el viento a favor del expansionismo nazi... por eso su vuelco personal tiene un inmenso valor.
¿Tiene esta historia algo que ver con nosotros? Puede que mucho más de lo que podamos creer a simple vista... más allá de las circunstancias propias que le tocaron vivir hace varias décadas la historia de Oskar y sus judíos (como los solía llamar él mismo) nos muestra que todos, en algún momento de nuestra vida, podemos hallarnos en el tiempo y en lugar para demostrar quiénes somos y cuáles son los valores personales que nos sustentan...
En estos tiempos de relativismo moral, de indecente exhibicionismo de la clase política mundial (algunos de ellos haciendo ridículos espantosos), de creciente abismo entre las clases sociales y donde la solidaridad, buscar el bien y ayudar al prójimo parecen un acto de estupidez en lugar de parecer lo que son... es tiempo de mostrar que una sociedad mejor es posible, factible y deseable. Yo apuesto por ello... aunque cometa errores.