“Tirarle el hueso al perro no es caridad. Caridad es compartir el hueso con el perro cuando se está tan hambriento como él.” Jack London
Llegados a este punto de degradación moral sólo quedan dos caminos: optar por la filosofía canina o por la cultura del amor.
¿A qué denomino filosofía canina? A la vida simple, fácil, a la lucha por la consecución de las necesidades básicas y de los más básicos instintos… sin ver más allá, sin reflexionar, sin trascender.
¿A qué denomino cultura del amor? A plantearse la aspiración de una vida superior, a tener la capacidad de pensar en algo más que no sea uno mismo: el prójimo.
Siempre he dicho que las situaciones de crisis hacen aflorar lo peor y lo mejor de los seres humanos. Es descorazonador comprobar que lo peor está saliendo a flote: la violencia en todas sus formas nos está afectando… y no me refiero a la violencia sangrienta sino a otras formas de violencia más sutiles pero no menos dañinas.
¿Formas de violencia? Sin ir más lejos y después de observar detenidamente lo acontecido hoy en Santiago: coacción, amenaza, contaminación…
…y una de las peores: comprar la conciencia disfrazándola de solidaridad.