lunes, 25 de junio de 2012

EL VALOR DE LO INTANGIBLE

EVI

Lo prometido es deuda y las deudas molestan hasta que quedan saldadas.

Lo primero que voy a aclarar es que en este Seminario no me contaron nada nuevo… pero no se equivoquen: fue un excelente Seminario y a todos y cada uno de los integrantes de la Pastoral Juvenil Universitaria habría que hacerles un monumento porque, al menos yo, soy absolutamente consciente de la cantidad de horas, noches, esfuerzo, dedicación, tiempo, constancia y sacrificio que un buen grupo de jóvenes dedicaron para que un evento de esta magnitud pudiera ver la luz. Mi humilde agradecimiento y reconocimiento desde estas líneas. Dentro de este apartado quiero reflexionar sobre las obligaciones que emanan de haber participado en un evento así… pensemos en los ausentes. Hay personas que no pudieron asistir por no tener el dinero, recordemos que somos una sociedad con un fuerte índice de desigualdad social… eso es triste, es el peor pecado. Hay personas que no son sensibles a estos temas. Hay personas que no tuvieron tiempo… Hay personas: muchas, la mayoría, que se lo perdieron… tenemos el deber de ser multiplicadores y difusores… si no lo hacemos nada de lo tratado tiene valor.

En segundo lugar: Me llamó muy positivamente la atención el hecho de que, en una sociedad tan mercadológica y tangible como esta, alguien se decidiera a dedicar un seminario humano-profesional al “valor de lo intangible”. Hace muchos años, y me reafirmé cuando me dediqué a la comercialización de hipotecas y seguros, que sé que en la sociedad las personas buscamos productos y servicios respaldados por VALORES MORALES. Y los valores morales, por definición, son intangibles pero reales… aunque en constante peligro de extinción… pero esa es harina de otro costal. Por tanto: me alegró sobremanera poder acudir a un evento que, desde el título, ya hacía una marcada declaración de intenciones.

¿Y el desarrollo? Hubo conferencias que me aportaron mucho y otras que no me aportaron nada… pero eso es inevitable en un evento de estas características y no le quita valor alguno porque todo el evento fue un permanente recordatorio de lo que decidí para mi vida como sello distintivo: el valor de lo intangible. Lo intangible no me hace mejor persona, posiblemente soy una persona cualquiera con virtudes y defectos (más defectos que virtudes, eso es seguro)… pero lo interesante es ser consciente de que eso es así.

Confieso que aún estoy “haciendo la digestión” del EVI… y creo que eso es bueno. Cuando se llega a cierta edad es realmente beneficioso replantearse las preguntas que uno se hacía hace veinte años y que no hay que dejar nunca de hacerse… y sospecho que son preguntas comunes a cualquier persona que se plantee hacer realmente algo significativo con su vida… no pasar por esta vida cumpliendo sólo con las mínimas funciones biológicas porque, como seres humanos, estamos llamados a ser trascendentes y, no cumplir con la trascendencia es como dilapidar los dones, virtudes y habilidades que debemos poner al servicio de los demás.

¿Mis valores? Llegados a este punto me asalta la vergüenza… creo que los valores no se deben decir, ni proclamar, ni presumir de ellos… los valores deben translucir a través de la conducta. Lo intangible se deja ver a través de lo tangible… son las personas que me rodean las que deben identificar mis valores… y ese es un juicio duro, arriesgado, sin contemplaciones. Si mi conducta no refleja mis valores internos es que mi conducta no es coherente con mis valores o (mucho peor) puede ser que yo tenga una percepción de mí mismo totalmente alejada de la realidad… esa psicopatología es el narcisismo… pero el narcisismo será tratado en otra de mis reflexiones.

¿Cómo quiero ser y cómo no quiero ser? Esa pregunta es un poco más fácil que la anterior: quiero ser una buena persona. Creo que con ello integro muchas dimensiones, características y formas… Supongo que todos aspiramos a ello. También tengo claro como no quiero ser y, por encima de todo, no quiero ser esclavo de nada, ni de nadie. Posiblemente el objetivo sea utópico, pero ya es una gran conquista proponérselo y estar en camino porque nadie goza de la libertad absoluta… pero vivo con alegría cada conquista de una pequeña parcela más de libertad. Creo que el materialismo de la sociedad capitalista es el gran enemigo a vencer porque desprecia e insulta todo lo intangible y pienso que una sociedad así no puede llegar lejos y tiene los días contados… También creo que vivimos momentos históricos y que ya se está gestando un nuevo modelo social basado en lo que Juan Pablo II denominaba la “civilización del Amor”…

No quiero extenderme más… después la gente tiene pereza y uno mismo corre el riesgo de escribir incoherencias. Intuyo que próximamente escribiré más sobre intangibilidades pero, para empezar…

Por último: reitero mi agradecimiento al equipo de la Pastoral Juvenil Universitaria… nunca terminaré de agradecerlo.