martes, 8 de mayo de 2012

VICIOS, HIPOCRESÍA Y OTRAS HIERBAS...

Definitivamente: no se puede confiar en una persona carente de vicios, de defectos, de limitaciones... Porque pocas cosas nos hacen tan auténticamente humanos como nuestros defectos. No obstante, este puritanismo social, esta obsesión social por la apariencia física, apariencia ideológica (aparentar afinidad ideológica con el resto del entorno)... Todo esto nos lleva a la hipocresía. Por esto confió mas en una persona con defectos, que los conoce, que los reconoce, que aprende a convivir con ellos... Las virtudes no me resultan tan atractivas. Por eso, Umberto Eco pone en boca de Guillermo de Basquerville la expresión de una actitud que me resulta humana, sensible y coherente: antes de escuchar a Adso en confesión desea escucharlo como hombre. La acción se sitúa en el siglo XIII... Cuanta liberación produce saber que uno mismo y quienes nos rodean compartimos defectos y limitaciones. Por esto me resulta ridículo alabar de manera hiperbólica a supuestos líderes sociales que, y excuse el lector que lo diga así, son tan mierdas como uno mismo.

Siempre me han fascinado los políticos por la reacción quasi orgánica que me provocan... Eso despierta en mi una curiosidad científica. Estudiar el perfil psicosocial de esta flora y fauna... No, no me he desviado del tema... Es que me pregunto: Cual es el mecanismo psicológico que permite a una persona mentir cínicamente? Esa hipocresía de grado superlativo que limita e incluso traspasa los limites de la psicopatología me llama poderosamente la atención.

La vida es lo suficientemente breve para malgastarla convirtiéndola en una comedia de mal gusto. Presumimos de libertad y sospecho que somos simples organismos pluricelulares con cierta capacidad de auto conciencia y reflexión... Eso nos hace especiales, únicos... Pero quizás no nos convierte en el ombligo del Cosmos.

Otro rasgo interesante es nuestro anhelo constante de felicidad y nuestra habilidad por negarnos a nosotros mismos el acceso a la misma. La especie humana es especialmente hábil en generar frustraciones, esclavitudes, infelicidad... Lo paradójico es que la propia Humanidad tiene todos los recursos intelectuales y emocionales para ser feliz.

Particularmente sigo defendiendo la filosofía canina: pasarlo bien aunque no sea feliz... Recordando la gran paradoja: la felicidad es lo único que podemos dar sin poseerla.

En definitiva: hay que descubrir de nuevo a los grandes pensadores clásicos... Sus reflexiones antropológicas no han perdido ni un ápice de vigencia.